lunes, 12 de mayo de 2014

Biotecnología en la medicina forense


 Las pruebas de identificación del ADN permiten descubrir la huella genética de cada individuo a partir del más insignificante rastro
Descripción: http://estaticos02.elmundo.es/salud/iconos/pix.gif

PATRICIA MATEY

LA ciencia ya ha emitido su veredicto: culpable. O. J. Simpson, el famoso ex
jugador de fútbol norteamericano acusado del asesinato de su mujer y de un
amigo, tiene en su contra una de las pruebas irrefutables que pueden
condenarle: la huella genética.
Identificada a través del ADN, los científicos han podido establecer con una
fiabilidad de aproximadamente el 99% que la mancha de sangre hallada en el
lugar donde se produjeron los asesinatos de Nicole Brown (la esposa) y Ronald
Godman (el amigo) tenía la misma composición genética que la del polémico
deportista.
Esta prueba, presentada en el juicio de O. J. Simpson -y admitida ya por el
juez-, es un claro ejemplo de cómo la biología molecular se ha convertido en un
nuevo e infalible Sherlock Holmes capaz de resolver casos que hace quince años
quedaban archivados ante la ausencia de pruebas.
El es el único que puede encontrar, a partir del más pequeño rastro (un pelo,
una mancha de sangre, piel, uñas, saliva...) al posible culpable de un delito;
de establecer la paternidad de un individuo; de identificar a una persona
carbonizada o de detectar, instantes después de que entre en un organismo, al
Virus de la Inmunodeficiencia.

Los laboratorios sólo han tenido que aplicar la prueba y desenmascarar así la 
identidad de violadores, asesinos...
¿Cómo? En 1987, se descubren los cadáveres desnudos de cuatro mujeres que 
habían sido violadas y estranguladas. La Policía rastrea minuciosamente los 
escenarios de los crímenes sin ningún resultado. Ni una sola huella, ni un solo 
rastro, salvo el semen extraído de la vagina de los cadáveres. La única prueba 
que puede identificar al asesino se conserva cuidadosamente mediante 
procedimientos especiales -establecidos en un protocolo internacional-. De él, 
los expertos extraen el ADN, que se divide por lugares específicos mediante las 
enzimas de restricción. Posteriormente, los fragmentos se envuelven en un gel 
especial y se someten a electrofóresis, un proceso que separa y ordena los 
fragmentos en bandas según su tamaño.
Los científicos transfieren dichos fragmentos separados a una membrana y 
utilizan sondas radiactivas. El resultado se somete a un proceso de rayos X. La 
película radiográfica revela finalmente cuál es la huella genética del 
violador. Sólo faltaba comprobar si la sangre extraída del presunto culpable 
-en este caso Timothy Spencer, más conocido como «el estrangulador de la zona 
Sur»- y sometida a la prueba de identificación del ADN daba como resultado el 
mismo código de barras, la misma huella genética que la obtenida del semen. El 
resultado fue positivo. Spencer murió, en marzo de 1994, en la silla eléctrica 
de la penitenciaría de Greensville, Virginia. Fue la primera persona ejecutada 
en EEUU tras demostrarse su culpabilidad mediante la huella genética.
Así es como precisamente, se descubrió la huella genética del violador y 
asesino de la niña de nueve años Mari Carmen Rivas, de Villalba (Lugo). En 
España, los laboratorios químicos de la Comisaría General de la Policía 
Científica almacenan base de datos con más de un centenar de huellas genéticas 
que se han obtenido del rastro dejado por violadores, asesinos, etc. «Para 
extraer sangre del presunto delincuente con el fin de hacerle la prueba es 
necesaria la autorización del juez. Esta técnica todavía no está muy extendida 
y muchos jueces se muestran reticentes a autorizarla. Es cuestión de tiempo. En 
EEUU, el FBI lleva catorce años trabajando con ella con muy buenos resultados», 
explica Carmen Cabrero.
Hasta la llegada de la identificación del ADN, la prueba más extendida y 
aceptada era la del HLA. Se trata de identificar al antígeno de 
histocompatibilidad que se encuentra en la superficie de leucocitos. Pero el 
margen de error del HLA es mucho mayor, ya que no es específico para cada 
persona. De hecho, esta prueba se realiza siempre antes de un trasplante para 
comprobar que el receptor es compatible con el donante.
Un ejemplo de cómo el HLA es mucho más equívoco que el ADN es el caso de «Los 
seis de Birminghan». El 21 de noviembre de 1984 dos bombas estallaron en dos 
bares de Birminghan. 21 personas murieron. 16 resultaron heridas. Seis personas 
fueron condenadas por los resultados positivos de las pruebas de HLA. Años 
después se comprobó que los resultados eran ambivalentes.
«La fiabilidad del ADN es mucho mayor. Además, se realizan 8 pruebas diferentes 
para comparar los resultados y estar completamente seguros. Se han podido 
revisar casos de personas que han sido condenadas por resultados positivos con 
el HLA, y luego se ha realizado la huella genética y se ha comprobado que eran 
inocentes», asegura Carlos Zanotti, del departamento comercial de PharmaGen.

La PCR

En los casos en los que el rastro encontrado (mancha de sangre o sangre 
líquida, células epiteliales, hueso, pelo, muestras de biopsia, vellosidades 
coniónicas, saliva) no logra aportar la cantidad de ADN suficiente para 
establecer la huella genética, se aplica la técnica de la PCR. La reacción en 
cadena de la polimerasa es capaz, a partir de una sola molécula de ADN, de 
generar 100.000 millones de copias idénticas en pocas horas.
El conjunto de todos estos procedimientos no sólo ha transformado la Biología 
Forense, sino que su aplicación sobrepasa el mundo de la criminología. La 
identificación del ADN se está utilizando en investigaciones de paternidad. Una 
prueba que puede llevarse a cabo cuando se dispone de muestras de sangre o 
restos del presunto padre, del hijo y de la madre. En el caso de que el padre 
haya fallecido, la prueba se obtendrá a partir de restos de cadáver o, incluso, 
con muestras de familiares próximos al padre. En 1989, Gran Bretaña se 
convirtió en el escenario del primer caso en el que se utilizó la prueba del 
ADN para averiguar la paternidad o parentesto. El Ministerio del Interior 
deseaba resolver un complicado entramado de inmigración en el que varios miles 
de personas querían entrar en Gran Bretaña alegando que allí estaban sus 
familiares. La huella genética determinó, según el parentesco, quien finalmente 
podría o no entrar en la isla. «Actualmente, nuestro laboratorio investiga 
muchos casos de paternidad. Las pruebas tardan 10 días y el precio es de 46.200 
pesetas por cada muestra que extraemos», afirma Carmen Cabrero.
Asimismo, y mediante la huella genética, se puede identificar la identidad de 
cadáveres carbonizados o excesivamente mutilados. En EEUU, y como medida 
preventiva, la huella genética de todos los soldados que fueron a combatir a la 
Guerra del Golfo fue archivada en un banco de datos con el fin de asegurar, en 
el caso de muerte, la posterior identificación del cadáver. «Acabamos de 
proponer al Ministerio de Defensa el establecer un banco de muestras de huellas 
genéticas de todos los pilotos de combate. Es la única forma de demostrar, en 
caso de accidente, la identidad del fallecido», señala Carlos Zanotti. La 
huella genética ha revolucionado el mundo de la Biología Forense del mismo modo 
que en su día lo hizo la huella dactilar. Ella exculpó a Joan Casals y Xavier 
Basa, los acusados del secuestro de la farmacéutica de Olot, María Angeles 
Felíu, y ella es la que ha inculpado a O. J. Simpson en el asesinato de su 
mujer y del amigo de ésta. 

No hay comentarios: