miércoles, 13 de febrero de 2013
Tuvalu desaparece
REALICEN LA LECTURA Y CONTESTEN EL CUESTIONARIO QUE SE ANEXARÁ EN BREVE
Tuvalu desaparece
El calentamiento global es un fenómeno que está transformando aceleradamente la vida que conocemos. Cada vez más gente conoce el fenómeno gracias a la televisión o Internet; sin embargo, poco se relaciona el confort material de nuestras vidas con esta problemática. Sirva este artículo para conectar nuestros hábitos con lo que acontece en Tuvalu.
Para el investigador especializado en desplazados ambientales, Anthony Oliver-Smith es claro que el aumento en los niveles del mar, causado por el calentamiento global, afectará a los países menos responsables del fenómeno. Quizá el ejemplo más drástico sea el de Tuvalu.
Tuvalu es una pequeña nación ubicada en el océano Pacífico, entre Hawai y Australia, formada por un archipiélago de nueve islas. De acuerdo ala Divisiónde Estadística de las Naciones Unidas (UNSTAR por sus siglas en inglés), su extensión territorial es de 26 km² y su punto más alto sobre el nivel del mar es de cinco metros. Tales características hacen a este país altamente vulnerable ante el aumento del nivel del mar, consecuencia del aumento de temperatura en los océanos, así como del derretimiento del hielo oceánico ártico.
La misma UNSTAR, estima la población del país en 10 mil quinientos habitantes. Por estas características en Tuvalu no son necesarios los automóviles que, sin lugar a dudas, representan una de las principales causas del calentamiento global.
Aunque Tuvalu es geográficamente una nación aislada, no resulta tan distante cuando pensamos al mundo como un sistema cerrado, donde reina la ley de la causa y efecto. Esto resulta obvio al ser testigos de acciones humanas de fuerte impacto ambiental, como lo es un derrame petrolero; sin embargo, cuando pensamos que cada individuo tiene cierto grado de responsabilidad, pareciera imposible creer que en este momento, mientras seguimos la lectura de este artículo en una computadora,, estemos emitiendo gases de efecto invernadero que, al acumularse en la atmósfera, estarán sentenciado el destino de Tuvalu.
En una década, como lo plantea el crítico a la globalización Ignacio Ramonet, hemos multiplicado nuestro consumo energético sin ser, la mayoría de la veces, realmente concientes de ello. Este año llegaremos a ser 7 mil millones de seres humanos en el planeta, de los cuales una abrumadora mayoría aspira o aspirará a tener una televisión o una computadora, talvez un carro. El impacto sobre el clima parece infrenable,y alguien tendrá que pagar la factura.
El mayor problema se origina en una responsabilidad difusa sobre lo que estamos haciendo en la vida diaria. No es sencillo creer que una computadora o una televisión están emitiendo gases mientras están encendidas, simplemente no los vemos. Pero resulta aún más difícil imaginar que al usar una computadora existe una relación con la potencial pérdida de una nación como Tuvalu. Para la naturaleza no hay fronteras, y lo que hacemos en México repercutiría en el deshielo del Kilimanjaro, así como el enorme crecimiento de la economía china a costa del uso masivo de carbón está vinculado con las inundaciones que asolaron Tabasco el año pasado. Por ello, lo que sucede en Somalia, Bangladesh, México o Tuvalu debe interesarnos, tanto por una real y probada responsabilidad ambiental, así como por una simple empatía humanitaria.
Aprender de Tuvalu
Tuvalu ha cobrado cierta relevancia en el debate internacional debido a su angustiosa situación, y esta información se ha difundido ampliamente entre los mismos pobladores del archipiélago, quienes alarmados han tratado de cambiar sus hábitos para mitigar los efectos del calentamiento global. No es casualidad que actualmente este país muy probablemente posea la menor emisión de gases de efecto invernadero por habitante.
La creciente conciencia medioambiental, el aislamiento y los pocos productos comercializables que se producen en Tuvalu, han orillado al gobierno, desde 2004, apromover un esquema alternativo de bienestar social bajo un programa llamado Small is beautiful, con características inusuales en el mundo globalizado. Mientras los demás países siguen una carrera ciega hacia el crecimiento económico basado en producir y desechar productos cada vez más rápido, Tuvalu ha optado por inculcar una filosofía de vida basada en la simplicidad voluntaria, sin producir desperdicios que pudieran contaminar su paradisíaco entorno. Por el estrecho territorio de las islas, sería impensable realizar rellenos sanitarios, por lo que la cultura de reutilización y reciclaje han adquirido un papel prioritario. Además, las islas no poseen hidrocarburos, razón que obligó al gobierno a comprar ocasionalmente gasolina, sin embargo, este capricho se desea erradicar. Tuvalu ha apostado por la independencia energética, principalmente a través de biodigestores que tienen dos importantes ventajes: retener la excreta humana y porcina sin contaminar el ecosistema y, finalmente, garantizar una fuente de energía sustentable. Asimismo, se desde utilizar la biomasa propia de la isla para generar biocombustibles capaces de cubrir las pocas actividades que necesitan un tipo de motor.
Con escasos recursos económicos, pero con una enorme visión a largo plazo, el gobierno impulsa una ambiciosa campaña de técnicas agrícolas que incluyen un selecto manejo de semillas orgánicas y horticultura. La meta a 10 años será alcanzar una plena soberanía alimentaria basada exclusivamente en el comercio local.
Desgraciadamente, aunque Tuvalu se convierta en el ejemplo más vivido de sustentabilidad, su futuro no está realmente es las manos de sus pobladores. Este siglo será marcado por un intenso flujo migratorio forzado por la marginación, muchas veces consecuencia de la devastación ambiental. Es muy probable que sea nuestra generación la primera en observar, posiblemente con indiferencia y lejanía, como desaparece literalmente una nación. Es momento que todos los habitantes de este hermoso hogar llamado planeta seamos concientes de nuestras acciones y sus efectos, para así poder actuar con responsabilidad y mayor solidaridad.
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